domingo, 17 de octubre de 2010

EL VIRREY DEL CARNAVAL

Fijé mi atención en él como soplo fresco de nuevo día.
Como agua limpia que invade y refresca la charca putrefacta.
Como héroe que rompería cadenas y conduciría la razón a su camino.
Como canción sublime que rompería el silencio de la inacción y el vasallaje.


Como protector de legados y gran valedor de herencias y monumentos.
Como nexo de unión de nuestro hoy con el ayer, para encarar el futuro.
Prometió esfuerzo, lealtad y exactitud en el camino a recorrer.
Respeto al equilibrio y diversidad en sus acompañantes.


Ofreció libertad y espacio a las ideas que defendieran y reclamaran las raíces y el legado.
Auguró independencia e igualdad, sin jerarquías ni censuras, al comienzo de los días.
Recibió con su discurso el firme respaldo generoso de los más inquietos y preocupados.
Y, también, a él se adhirieron los incapaces, perezosos y los espectros permanentes del pasado.


Pero con el inicio y su movimiento se desprendió el artificio que escondía la realidad.
Y el soplo era huracán, el héroe un desleal y la generosidad pura ambición.
En lugar de creación, publicidad; y por trabajo la ociosidad.
Si no se sabe se inventa; si no se domina se aparenta; si la verdad duele se tergiversa.


Y a quien intente, levantando el tupido disfraz, mostrar la realidad, le convierte en troyano traidor.
El trono para quien le agasaje y adule; el hacha para quien critique o dude.
Si lo que pretendes contar no le gusta, acorta el espacio, inventa excusa o censura.
Eso sí, con gran altura de miras, mucha generosidad en la acción y total libertad de expresión.


Al poder causante de la ruina, despreocupado y ocioso, pero poder al fin y al cabo, trono en presidencia.
Al rico poseedor de todo y creador de nada, démosle la cabecera incorporada.
Al pobre desgraciado que por infortunio hereditario recibió monumento arruinado, el desprecio y la ignorancia.
Para al edificio de dogmas, poderes y creencias todo el erario; mejor el público que el privado.


El descrédito para todo aquél que ose poner alguna traba a su camino de ambición.
El destino está marcado y cueste lo que cueste ha de alcanzar el trono a la diestra de Dios padre.
Si para lograrlo es necesario creamos una Asociación y si fuera menester la convertimos en Fundación.
En la oscuridad de la noche, cuando la luna ya se ocultó, hasta la traición tiene el mismo color.

¡Adelante¡¡Ánimo¡ Has subido a los altares sin dolor ni oposición.
Los cadáveres del camino importan poco si el objetivo se alcanzó.
Muchos anónimos trabajando para que luzcas más que un sol.
Aquellos que se esfuerzan tendrán su bendición declarando eterna sumisión.


De los principios traicionados no hablamos, qué importan si no tienen producción.
De las heridas creadas y los cuerpos mutilados en la batalla, igual que lo anterior.
El descrédito a gente honrada y a quien dude de tu acción son daños colaterales convertidos en ficción.
Y si la conciencia, algún día, por casualidad duele, aspirina o frenadol.


La palabra dada se niega cuando impide alcanzar la ambición.
Las ideas altruistas y generosas desaparecen en cuanto comienza la acción.
Los vasallos que se precien, postrados y en oración.
El virrey del carnaval ha llegado, todos juntos y en cuclillas, hagamos genuflexión.

Arévalo, desde la otra orilla